La verdad es que es sorprendente el nivel de decibelios que la voz humana es capaz de alcanzar. Más aún cuando estamos en estado eufórico.
Comento esto porque llama la atención la confusión que tienen muchos jugadores. Una cosa es el estímulo y otra el descontrol.
Imaginemos por un momento que estamos en el cero-cero del partido. Es decir, acaba de empezar. Uno de los jugadores consigue un tanto. No tiene ni más ni menos importancia. Pero ese jugador pega un grito descomunal: "VAmooossss". Y va a chocar la mano, esptrepitosamente, con su compañero, celebrando el tanto.
Cuando veo una actuación así, sé que el partido no va a ir bien. Puedo entender ese tipo de gesto-grito-ánimo, puntualmente, cuando el partido está en plena ebullición, en plena tensión. Pero nunca en los inicios.
Amén del desgaste de energía que eso supone, se ve de inmediato que el jugador no está controlando sus sensaciones. Está sobreexcitado, no animoso o estimulado.
Desde luego, cada vez que veo que ocurre esta situación, trato de cortarla de inmediato pidiendo un tiempo. No me gusta. Y si no consigo hacerme con el jugador sé lo que ocurrirá luego. El partido está perdido. Trato de hablar con voz suave, de tratarle con mucha tranquilidad para que se de cuenta de lo extraño de su postura.
Pero lo que siempre ocurre, si no se domina esto, es que luego, al preguntar al jugador por determinadas situaciones del partido, casi ni se acuerda. Es normal, ha estado con un nivel de presión muy fuerte y en estas circunstancias el cerebro, que suele ser muy inteligente aunque su dueño no lo sea tanto, tiende a borrar este tipo de experiencias o a desconectarse de ellas. Por eso no salen las jugadas que has entrenado, las que has practicado, las que sabes de memoria.
Esta desconexión hace que nada haya transcurrido por su cauce normal.
Cuando sientass ese punto de sobreexcitación, respira hondo, pídete lo más básico de tu frontenis y juega así hasta que tu cuerpo vuelva a la normalidad. Parece difícil pero funciona. Tienes que aprender a reconocer las señales de tu cuerpo.
De acuerdo y en desacuerdo.
ResponderEliminarEmpiezo por lo segundo. Las maneras de automotivarse son muy personales. Si un jugador se conoce bien, sabe que es lo que le funciona. Los hay que empiezan a gritar incluso antes de que empiece el partido ¡tienen tanta adrenalina que necesitan empezar el partido cuanto antes!
En lo que si estoy de acuerdo es que no parece la mejor manera y encima puede ser causa de mosqueo de los contrarios.
El entrenador, que conoce bien a sus jugadores y tiene una visión "desde fuera", hará bien en intervenir para modular a sus jugadores.
Lo dicho, no voy a ser yo quien coarte a quien necesite y le va bien desfogarse a base de decibelios ¡A los demás nos toca soportarlo!
En efecto Jose Carlos, admito la necesidad del toque psicológico del entrenado, por supuesto. Pero es que hay jugadores que más que de psicólogo están de psiquiatra. Habrá que preparar una entrada con los casos más sonados.
ResponderEliminarUn abrazo