La orden suele ser...¡quita a ese delantero de en medio! Ocurre cuando el delantero contrario nos está volviendo locos. Hace mates, entra al aire, y dirige el ritmo del partido.
La contestación que solemos dar es tirar la pelota muy hacia arriba o mucho más fuerte y lo que suele ocurrir es que empezamos a fallar por todas partes. Además, con la tensión del partido y el intento de superarle, nos esforzamos más de lo que toca, nos salimos de nuestro juego y la fastidiamos.
Si analizas esta situación suele ocurrir que el delantero contrario ha encontrado su sitio. Está cómodo. ¿Cómo salir de esta?
Es relativamente fácil. Haz que el delantero contrario juegue tan sólo entre medio metro o un metro más atrás. Con esto suele ser suficiente.
Si somos capaces de asimilar esta orden, no hace falta pegarle a la pelota mucho más fuerte o muchísimo más alta. Sólo un poco. Y ese poco sí que puede ser asimilado por nuestro juego habitual.
Cuando se hace esto, el delantero contrario pierde su sitio, ya no mata igual que antes e incluso aunque participa lo mismo suele fallar algo más. Y él solo se quita de en medio. Ocurre en un porcentaje
elevado de casos e incluso entre los grandes.
Esta instrucción sencilla y asimilable por el zaguero suele dar un buen resultado. No consiste en quitar de en medio al delantero contrario sino en retrasarlo un poquito. Sácalo de su zona de comodidad. Piénsalo.
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