Me encanta ver los partidos de los jóvenes. Cuando los analizas, rápidamente se puede detectar quienes van a ser los futuros campeones, o los que se van a quedar unos pasos atrás. Además se ve con mucha anticipación por dónde puede discurrir un partido. Disfruto mucho buscando el momento del quiebre, es decir ese instante, ese golpe que hace cambiar radicalmente lo que hasta ese momento está ocurriendo. El otro dia, en los campeonatos de juveniles me fijé en dos o tres. En uno de ellos, en la final, un jugador va ganando bien, y de repente intenta una bachichina. Le sale mal. Sólo por la cara que puso supe que el partido se le iba a complicar, como así fué. Le costó siete u ocho tantos y un set volver a recuperar su dominio del juego. En otro, un simple gesto de la cara tras un fallo, indicó claramente que se complicaba el partido. A pesar de ganar de cinco tantos. Su delegado no pidió el tiempo correspondiente y en tres minutos los contrarios se habían hecho con el partido.
Quienes me conocéis sabéis que soy un defensor a ultranza de los entrenadores-delegados-técnicos. No de aquellos cuya única instrucción es "Métela", por supuesto, sino de aquellos que de verdad ayudan a cerrar un partido. Por supuesto, no es el técnico quien lo gana pero sí que puede hacer que un partido igualado se decante hacia un lado u otro. Sí, porque también hay entrenadores-delegados-técnicos cuyas decisiones llevan al fracaso.
¿Has elegido bien a tu entrenador?... Aunque tal vez la pregunta realista sería: ¿Se te ha ocurrido ponerte un entrenador?... Y en último caso: ¿has preguntado a alguien lo que te ha ocurrido?
El paraíso paternal
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¿*Qué puedo hacer para que mi hijo *de 25 años…? Los puntos suspensivos
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Hace 8 años
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